Fue organizado por el Programa ATLAS – Programa de Investigación Interdisciplinaria en Complejidad Territorial y Sustentabilidad, con el apoyo del Proyecto FONDECYT 1121204 “Geoantropología de los Imaginarios del Mar Interior de Chiloé. Itinerarios de temporalidades y apropiaciones socioculturales marítimas”, y Proyecto de Intercambio CONICYT / CNRS- 2011-620 “CALEMAR Chiloé: de la Valorización de Recursos Patrimoniales y Paisajísticos en Caletas de Pescadores Artesanales a la Gestión Integrada del Mar Interior de Chiloé (Chile)”.
La actividad se llevó a cabo en la ciudad de Castro, Chiloé, los días 29, 30 y 31 de Enero de 2013. El objetivo del seminario fue avanzar hacia la elucidación de los vínculos existente entre la Geografía y la Antropología a través del diálogo en torno a las diversas problemáticas socio-productivas y territoriales que en él se observan y, desde allí, repensar ideas de desarrollo para el Archipiélago.
Los ecosistemas terrestres, costeros e insulares de Chiloé no pueden ser entendidos sin la lógica y dinámica humana. En ellos se ve patente una fuerte acción secular que llega a nuestros días con preguntas sobre sustentabilidad, equilibrio, planificación, gestión e impacto ambiental. Es en este diálogo complejo cultura-territorio-biodiversidad donde se hace patente la extrema necesidad de ahondar en las temáticas de dos disciplinas que están llamadas a entenderse, vincularse y, quizás también, a repensarse de manera conjunta, la Geografía y la Antropología. Estimamos que la antropologización de los espacios debe ser irremediablemente estudiada y entendida para poder proyectar el futuro de Chiloé, así como también la territorialización de las prácticas productivas y culturales de los habitantes de Chiloé pueden desembocar en sustentabilidades locales. Así, la condición de Isla y de archipiélago que posee Chiloé convierte a éste territorio en un inagotable flujo de dinámicas relacionales y dialécticas. Cosmovisiones, tiempos, modos de vida rural, urbano y litoral, construcciones de alteridades e imaginarios territoriales, son evidenciables a través de quehaceres antropológicos y geográficos.
Las prácticas productivas de los habitantes de Chiloé se encuentran distribuidas en espacios que definen apropiaciones socioproductivas. El espacio físico, por su parte, aparece marcado por las actividades y percepciones de las poblaciones que lo habitan. De ahí, un vínculo posible entre Geografía y la Antropología se hace presente cuando la extensión del espacio, medible cuantitativamente, se re-delimita por las apropiaciones socioculturales.
Estimamos que la condición de isla y archipiélago de Chiloé es una oportunidad para realizar estudios geoantropológicos sobre algunos de los procesos territoriales como son los desplazamientos de lógicas campesinas al mar. También se posibilita evidenciar procesos de viaje y migraciones entre originarios, coloniales y modernos. Los fiordos y canales entre islas permiten también estudiar particularidades de la adaptación cultural del hombre al medio.
Actualmente, la Isla de Chiloé permite investigar como distintos proyectos de desarrollo establecen sus instalaciones: la industria salmonera con índices asociados a la macroeconomía, la producción textil de mujeres chilotas como actividades localizadas por el turismo nacional e internacional, la recolección de mariscos asociado a una economía familiar muy presente. Ambas disciplinas, Geografía y la Antropología, pueden abocarse aquí para comprender el modo en que el desarrollo puede tener lugar en la isla, evidenciando cambios a distintas escalas espaciales como los crecimientos y la ocupación poblacional, así como también cambios en las racionalidades a distintas escalas temporales e históricas. Las temporalidades, ubicadas en espacios diferentes, mantienen fenómenos de resonancia entre sí. Los ecos consisten en el origen común o un devenir común. Un devenir común en su respuesta creativa ante racionalidades que actúan encajonándolas. Más específicamente, los flujos de temporalidades remiten a dinámicas de acompasamiento o coordinación. Se trata de una multiplicidad de tonos que gravitan el tiempo-espacio de Chiloé. Para nosotros, buscar las melodías implica una metáfora que sirve para dar sentido, una pregunta que se dirige a la multiplicidad en la Isla: ¿Qué va con qué y cómo suena eso?
De esta forma, la configuración singular del espacio físico en Chiloé, agita la capacidad adaptativa generando características socioculturales específicas. No obstante, es la cultura la que permite que el espacio físico sea real, percibido y habitado. Se abre entonces la posibilidad de estudiar algo que por naturaleza tiende a escabullirse, que queda a la distancia de intereses disciplinares particulares. No necesitamos, entonces, conocer la función que describe a estos territorios para convencernos de que la diversidad de la Isla de Chiloé, chispea desde la dinámica de la vida.